La habilidad motriz es la capacidad que tenemos para relacionarnos con nuestro entorno basada en el sentido del tacto y el control de nuestro propio cuerpo, especialmente a través de la exploración, y que nos permite alcanzar la destreza, que supone la eficiencia en ese campo.
Dentro de la motricidad distinguimos entre gruesa y fina, siendo la motricidad gruesa aquella que hace referencia a movimientos corporales grandes y la motricidad fina es aquella que requiere una mayor precisión y que generalmente implica el uso de las dedos y los dedos.
Trabajar todas estas habilidades desde pequeños dará a los niños y niñas un mayor dominio sobre su cuerpo y la posición que éste ocupa en el espacio respecto a otros objetos.